Sin excusas

octubre 08, 2008

''(.. .)Esa tarde (no sé cómo llegamos ahí) me hablaste de tus otras mujeres, esas que han pasado por tu corazón, quizá por tu boca. Yo fingí interés, sólo porque no quería dejar de oírte, no quería perderme tus mejillas sonrojadas, supongo. Me enamoré de tus palabras, de tu manera de hablar, quizá.
Noté el hielo en mis manos y ese calor en las tuyas, por eso entrelacé mis dedos con los tuyos. No pienses más.
El tema no era necesario. Creo que te diste cuenta, porque rápidamente te acercaste a mí, tan cerca que un sólo intento de hablar, habría sido una derrota, un suicido para tus labios, que aún seguían fieles a un desconocido, aun para ti.
Te dije que debía irme, que la caza no era buena y tenía que ayudar. Tú dijiste ''Aquí hay comida, no es necesario que la pidas, no tengo a quién convidar. ..''
Tampoco había más cama que un lecho hecho de paja y frazadas, suficiente por una noche, bastante para las dos. Son demasiadas excusas, creí.

Los árboles no dan sombra, el frío se ha ido y el sol fulgurante esclarece las ondas de tu pelo.
Ya no hay pobreza de caza. Ni manos heladas. Ni necesidad de excusas.
Pero sí siguen nuestras manos entrelazadas, como cada noche, como cada día. A veces en nuestro lecho o, como hoy, sólo porque sí.''

2 rebobinaciones:

Anónimo dijo...

Holaa. (:
Me gustan tus fotos.. De onde las sacai!

Rocío dijo...

Me encantan las ficciones, aunque yo sé que algo tiene que ver con la realidad, es infructuoso intentar desligarse :).
Así es cuando salen los mejores escritos.
Un beso.